
os… atreviste a caminar desde tan tarde
es… son los que recibes sobre el rostro
uno tras otro, mientras tus dientes se tiñen escarlata
me divierto y tu pareces sufrir, pareces…
no encuentro el final, no existe el ¿hasta-cuando?
tus cabellos alborotados, te arrastro hacia el auto
tumbada en la parte trasera, aplico puñetazos en alguna parte de tu frente
hasta que te desmayas, y sigo pensando… “como la ira de dios”
El camino, veo las luces de la ciudad sobre el acantilado,
el olor del mar, el rumor de las olas sobre la arena y las piedras,
sangre sobre mi asiento trasero, quiero beber buenas intenciones,
cambio de idea, continuo hacia el centro
putas, borrachos, lacras de las cuales algún día me encargare,
quien seré, nunca lo reconoceré…
el rico olor a orín, condones usados tirados por las esquinas,
donde se pierde la avenida sureña doblo por el borde del rio
pensando en como debo finalizar tu historia, nuestra historia
hace días, desde nuestro primer y único encuentro,
recuerdo tu desdén, mis torpes palabras, mi honestidad,
tu rechazo.
‘eres una perra’, pensé.
Desde aquel día maquine cual debería ser tu merecido
Espere a que salieras de aquella fiesta
con todo ese garbo inflado, y todo el desprecio del mundo
por todo lo que no se parece a ti.
“Quizás -medite- si llegara a conocerme del todo no seria así”
Te observe bien, botas negras, pantalón perfecto, y chaqueta super chic,
te odie.
Y ahora la acción, lo mejor seria poner algo de música
mientras dura todo…
Entras al callejón, te espero al final.
Sales y digo: “hello, Darling” Pam!
primer golpe, te tengo.
tu sangre fluye, no haces ruido, te aplico mas
si me vieran, realmente me lo estoy gozando
“toma perra” le susurro.
La tumbo en el asiento.
“vamos a pasear”.
Violarte, seria tan típico.
No, yo quiero torturarte.
Atada, amordazada.
Comienzo la extracción de tus dedos, uñas,
dedos pequeños del pie.
No, no soy estudiante de medicina, ni mucho menos doctor.
Solo manejo alicate, pinzas, y llave francesa para golpearte.
Mañana estaré arreglando el wáter de alguna tía cojuda de Miraflores.
Suena una canción popera de los 80’s
mientras corto tus piernas. Te sale mucha sangre y te retuerces demasiado
me jodes el momento, “habrase visto que puta!”
Luego me entra lo paternal y te digo que te calmes.
No hay nadie, todo es silencio, pasan algunos autos
los drogadictos están viajando directo a Beijing
Estoy en San Martin de Porres, Callao, donde chucha estaré
que importa…
Estas apunto de quedar inconsciente, te quito la venda y te pongo un espejo…
“Disfrutas la vista?”
Parece que no, me harto. Te corto el cuello.
Rebano todo lo que puedo. Lo pongo en diferentes bolsas negras
y las echo en un basural cercano.
Estoy en silencio, siento un éxtasis que va decreciendo
como si acabara de encontrarme a Dios, sentirlo, tocarlo
‘ser’ al lado del el, sentirme casi como el,
pero no, todo va decreciendo y comienzo a sentir otra vez
esta mierda que me corroe, nunca me deja en paz
¡Nunca!
solo quiero descansar, dormir.
Voy por aquella avenida que rodea al rio, cambio de opinión,
doy vuelta, acelero todo lo que puedo y cargo con tres drogadictos
me divierte el sonido de sus cuerpos chocando contra el metal del auto,
vuelvo a sentir esa emoción, me estoy riendo, pero ya es algo tarde,
esta comenzando a clarear, la hora celeste se aproxima.
Llevo el auto al basurero, gasolina, mucha gasolina, le prendo fuego,
Tiro mi ropa ensangrentada al rio, voy limpio en dirección a la Plaza Dos de Mayo.
Allí tomo una taza de quinua con leche, dos panes con lomo y uno con torreja.
Timbro a un viejo amor, envió un mensaje a un amigo para encontrarnos el lunes.
Piso la acera, escupo con fuerza. Estiro el brazo,
subo al auto. Sonrió, dormiré todo el domingo, que bien.
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